El fruto del infierno tecnológico: el cyberacoso

domingo, 27 de septiembre de 2009




La tecnología lo ha conquistado todo. La interactividad que ofrece la web se torna irresistible para todo aquel que tiene el conocimiento y las herramientas para acceder a una computadora y a internet. Se podría decir que internet es uno -si no el más grande- invento del siglo XX. Es decir, es un instrumento increíblemente poderoso que ha facilitado muchas cosas en la vida en general. Pero las personas -no todas, por supuesto- tienden siempre a encontrar el mal uso de lo bueno. Y con el uso de internet sucede lo mismo. Es el caso del cyberacoso o cyber-bullying. Hay muchos tipos de cyberacoso, pero para anclarlo en una definición lo más aproximada posible, se puede decir que este tipo de persecución virtual consiste en: amenazas, hostigamiento, humillación u otro tipo de molestias realizadas por medio de tecnologías telemáticas de comunicación, es decir: Internet, telefonía móvil, videoconsolas online, etc.

Un referente muy común al hablar de este fenómeno es el caso de Megan Meier, una adolescente de 13 años que vivía en Missouri, y que en 2006 fue encontrada ahorcada en su cuarto por su madre. En su computadora, estaba abierta su página de MySpace con el siguiente mensaje: “Todos en O´Fallon saben cómo eres. Eres una mala persona y todos te odian (…) El mundo sería un mejor lugar sin ti”. El emisor era Josh, un amigo cibernético de Megan, al cual había conocido a través de de la red social. En las semanas anteriores a su muerte, ella se había obsesionado con su nuevo amigo, corriendo de la escuela a su casa todos los días para poder hablar con él. Luego del suicidio, los padres de la adolescente trataron de rastrear al que creían responsable del suicidio de su hija, pero la cuenta había sido borrada. Meses después, se enteraron de que Josh nunca había existido y que la cuenta había sido inventada por Lori Drew, una vecina que trataba de vengarse de las ofensas que Megan había hecho contra su propia hija. Megan y la hija de Lori Drew habían sido mejores amigas por años, hasta que se pelearon. Drew reclutó a otra amiga de su hija para crear un perfil falso de MySpace con el nombre de Josh Evans, al cual subieron imágenes de un joven, y comenzaron a enviar mensajes a Megan. De repente, el falso Josh comenzó a enviar mensajes ofensivos a Megan -que había tenido una discusión con la hija de Drew esa mañana en la escuela- que culminaron con ese mensaje fatal que desembocó en el suicidio de la joven.

Historias como ésta hay muchas. En la era de la comunicación cibernética, el fenómeno de hostigar a alguien por medios electrónicos, utilizando redes sociales o servicios de mensajería instantánea, entre otros, ha crecido muchísimo. Entre las formas de violencia cibernética se encuentran: difusión de rumores, bromas crueles, golpizas filmadas, fotos o videos eróticos que luego son subidas a sitios como YouTube, mensajes de texto y correos electrónicos intimidatorios. Los expertos consideran que esta forma de violencia no tiene distinción de clase. En zonas carenciadas en donde los chicos no tienen asegurado un acceso a la Web, el acoso virtual puede realizarse a través de mensajes de texto de los teléfonos celulares. Sin embargo, culpar a la tecnología por el cyberacoso es caer en un lugar común. "El cyberbullying es una extensión del bullying por medios digitales, no tiene su origen en lo tecnológico. La tecnología es un canal que permite la profundización de una violencia preexistente. No hay tecnología mala, sino usos malos de la tecnología”, afirma Cecilia Sagol, editora y coordinadora de contenidos digitales en el portal educativo Educ.ar, dependiente del Ministerio de Educación de la Nación.

En Australia, en 2006, fue registrado otro caso impactante de cyberacoso: alumnos se filmaron mientras intimidaban sexualmente a una joven deficiente mental de 17 años y luego difundieron el video por el sitio YouTube. El Ministerio de Educación respondió prohibiendo el acceso al sitio web de todos los establecimientos escolares. En abril de 2006, en China, un hombre difundió un mensaje acusando a otro individuo de ser el amante de su esposa. Luego publicó todos los datos del supuesto amante en internet para que pudiera ser identificado. Algunos cybernautas lo llamaron por teléfono e incluso un grupo se presentó en su domicilio para insultarlo.

En algunos países, como en Corea del Sur, se ha intentado identificar a los acosadores adoptando una ley destinada a impedir que los usuarios de internet oculten su identidad. Sin embargo, no ha tenido grandes resultados, ya que es muy fácil registrarse en los portales con identidades falsas.

El problema del cyberacoso es que no tiene fin. Al apagar la computadora, la víctima sabe que sigue en línea la página que lo deja en ridículo. Y los especialistas ya lo consideran tan malo como la agresión física. Hay algunos consejos que pueden ayudar a prevenir esto, pero aun así es muy difícil combatirlo.


Para más información consultar a los siguientes sitios: http://www.ciberacoso.net/definicion.html



1 comentarios:

Lorena Betta dijo...

Hola Agustina, el texto está bien. Fijate si la cita adjudicada a Cecilia Sagol en educar es correcta. No encontré un enlace directo a la fuente. Faltaría integrar las otras fuentes citadas abajo al post.

Saludos

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